30 jun 2009

Entrevista a Jesús Munárriz

Agradecemos a Jesús Munárriz*, destacado poeta y editor, por prestarse a responder esta serie de preguntas. Para quienes hacemos "Basta de poetas" ha sido un honor entrevistarlo.

Entrevista al poeta y editor Jesús Munárriz

por Mariano Schuster

-Cuéntenos, Jesús, cómo y cuándo surge su interés por la poesía.

Las primeras lecturas de poemas se las debo a mi madre: "La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?", "Margarita, está linda la mar", "Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela", "Poesía, ¿y tú me lo preguntas? Poesía eres tú", "Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos". Luego, en el colegio, el profesor de literatura nos enseñaba métrica y nos puso como tarea escribir determinadas estrofas: cuartetas, quintillas, romances. De entonces datan mis primeros poemas y mis primeras lecturas de Machado, Guillén, Alberti, Diego, Lorca. Seguí escribiendo poemas con intermitencias hasta que llegué a la universidad. Allí aprendí a tocar la guitarra con mi amigo Chicho Sánchez Ferlosio, y durante una década la canción sustituyó en buena parte a la poesía. Luego, con más de treinta años, volvió ésta, se me impuso por sí misma y ya no me ha abandonado. Afortunadamente.

¿Y cómo se vuelca luego, a la par de su tarea como poeta, a la edición?

En esa época de la universidad, un grupo de amigos fundamos una editorial que pretendía plantear un combate ideológico al franquismo. Se llamó Ciencia Nueva y publicó más de un centenar de títulos de indudable calidad. Por diversas circunstancias, a mí me correspondió dirigirla, y con ello aprender el oficio. Un par de años después, Ciencia Nueva fue cerrada por decreto gubernamental, pero yo llevaba ya en el cuerpo el veneno del libro y de la edición, así que seguí en el oficio, trabajé un par de años en el lanzamiento de la editorial Siglo XXI de España, monté una librería, Robinson, fundé revistas, e intenté en vano conseguir nuevamente un permiso editorial, entonces obligatorio. Mi nombre estaba en una lista negra y me lo negaban sistemáticamente. Por fin, en 1975, conseguí burlar esa prohibición pidiendo el permiso a nombre de mi madre, Isabel Peralta, de forma que los primeros libros de Hiperión fueron publicaciones de I. Peralta, Ediciones. A finales de aquel año murió Franco; nuestro primer libro, el "Hiperión" de Hölderlin, que yo mismo traduje, apareció en la primavera del 76, y a partir de entonces, con la recuperación de la democracia, se acabaron la censura y las prohibiciones; ya sólo dependíamos de nosotros mismos y de nuestros lectores.

Su editorial Hiperión es considerada una de las más prestigiosas del mundo hispanoablante. ¿Cuales son las razones que le han dado importancia a su editorial y la han posicionado como una de las principales dentro del "mercado de la poesía"? -si es que a la poesía le vale en algo la palabra mercado.

Efectivamente, lo de "mercado" le va poco a la poesía, que tiende a quedar fuera de sus leyes, y más vale que siga así. El prestigio supongo que se debe al reconocimiento de la labor bien hecha, tanto en la selección de autores como en el cuidado tipográfico y de revisión de las ediciones, a la escasez de erratas, a las publicaciones bilingües y, sobre todo, al rigor en la selección de las traducciones. Hemos tenido fallos, como es natural, pero el nivel general es alto y los lectores han sabido apreciarlo.

En Argentina recibimos, generalmente, noticias de diferentes grupos de poesía de España. ¿Que opina usted de las diferencias entre los "poetas de la experiencia", "poetas de la consciencia" y los neobarrocos, entre otros?

En todos los países, los poetas suelen estar divididos en grupos, corrientes y capillas, y combatirse con cierta virulencia. Es algo inherente al género, supongo, que exige de sus cultivadores una evidente sensibilidad, que choca con las de quienes sienten y defienden la poesía con distintos gustos y planteamientos. Lo peor de esto son las exclusiones dolosas, los ninguneos, o los lanzamientos de afines sin auténtica calidad. Las injusticias, en fin, que siembran el panorama.
A la larga, yo creo que se acaba imponiendo la justicia, la llamada justicia poética, y que la mejor poesía siempre se abre camino sobre las que no están a su altura. Pero a veces esto se difiere, y con frecuencia se retrasa tanto que el poeta no llega a vivir esos momentos de reconocimiento de su obra porque falleció años antes. Es triste, claro, pero la historia de la poesía está repleta de casos así.

Además de poeta y editor, es usted traductor. ¿Por qué se volcó, principalmente, a la traducción de poetas alemanes?

Yo empecé mis estudios de alemán en la Pamplona de mi juventud con el Doctor Kienzle, un alemán que había recalado allí por su matrimonio con una navarra, y años más tarde obtuve en la Universidad Complutense de Madrid la licenciatura en Filología Germánica, así que es normal que haya prestado especial atención a los poetas de lengua alemana, pero antes había estudiado y asimilado bien la lengua francesa, que fue la primera de la que traduje, tanto poesía como prosa. Luego me adentré en el inglés, y finalmente en el portugués, lengua tan cercana a la nuestra y de la que he traducido a un buen número de poetas. Pero los alemanes están siempre presentes en mi labor. Últimamente he publicado versiones de Goethe, Heine y Rilke. Antes, de Hölderlin, Celan y Brecht. Y tengo varias pendientes de publicación. En alemán se ha escrito mucha buena poesía y es una satisfacción para mí poder trasvasarla a nuestra lengua, darla a conocer y difundirla.

También ha traducido franceses, ingleses y norteamericanos. ¿Cree que el manejo de diferentes lenguas permite una mayor comprensión de los elementos poéticos?

Desde luego. Traducir un libro es hacer de él una lectura a fondo, exhaustiva, pues ha de desentrañar cada detalle del texto y descifrar todas sus dificultades. Y al hacerlo, se aprende mucho. Y no sólo con las traducciones de idiomas que uno conoce. También leyendo a los poetas que han escrito en ruso, árabe, chino, japonés o cualquier otra lengua desconocida, se aprende. Yo, además, como hablo con los traductores y les planteo mis dudas acerca de sus versiones, acabo conociendo algo de los mecanismos de esos idiomas lejanos a través de sus explicaciones. La poesía universal es un todo, se mueve en idénticas coordenadas, y de todos los poetas del mundo se puede disfrutar y aprender. Gracias a las traducciones, desde luego.

¿Cual es su mirada del panorama poético actual y, sobre todo, de los jovenes poetas?

Nuestro idioma abarca demasiados países para poder estar al tanto de lo que se escribe en ellos. Yo leo mucho de lo que me llega, pero me resultaría imposible hablar con conocimiento de causa de la joven poesía de Argentina, de México o de cualquiera de los países de lengua castellana. Incluso de España, no me resultaría fácil, aunque la conozco un poco mejor. Se escribe mucha poesía, hay mucha dedicación entre los jóvenes, en cada concurso son centenares los que optan al premio, y son miles los títulos que se publican anualmente. Muchos, la inmensa mayoría, de poco valor, desde luego. La poesía, realmente, está viva y tiene muchos cultivadores, sólo que en este género sólo lo sobresaliente perdura, y la mayor parte de lo que se publica son ensayos, aproximaciones, intentos de aprendizaje, poco maduros aún. Pero cada año aparecen algunas decenas de libros de excelente calidad, y creo que con eso basta.

¿Cree que los concursos son una forma de dar a conocer a los nuevos poetas?

Sí, claro, y en España llevan medio siglo sirviendo de plataforma de lanzamiento de muchos de los mejores. De todas formas, en los últimos tiempos muchos de estos concursos han degenerado, están apalabrados de antemano, y esto desacredita al conjunto, a los que actúan con honradez. Los patrocinadores deberían ser más exigentes con los que los manipulan y teledirigen.

El año pasado editó el libro "Sólo amor" ¿Tiene ese poemario algun cambio con respecto a los anteriores?

"Sólo amor" recoge poemas de amor escritos a lo largo de bastantes años a mi esposa y que permanecían inéditos. Los iba pasando a limpio y los guardaba en una carpeta en el ordenador, junto a otras carpetas de libros en marcha. Hubo un momento en que los nuevos poemas de amor que iba escribiendo pasaron a una nueva carpeta, "Vendimia tardía", así que al dar por cerrada la de "Sólo amor" pensé que era hora de darla a la luz. La organicé, revisé, eliminé lo que me gustaba menos y por fin se lo di a leer a Manuel Rico, que dirige la colección de poesía de Bartleby editores, que al poco tiempo lo publicaron.
La diferencia con otros poemas míos de amor es fundamentalmente que en este caso se trata de un amor de madurez, que sigue vigente y activo a través de los años, en todos los sentidos, incluido el sexual. Pero así es en realidad mi relación, y yo soy un poeta esencialmente realista, así que me complace poder reflejar este amor compartido y duradero, y dárselo a leer a los demás. Cada amor es particular, pero todos coinciden en lo esencial, y por eso los lectores disfrutamos con los versos de amor escritos por otros, y me alegra que también ahora otros disfruten con los míos.

En dicho libro trabaja, entre otras temas, la cuestión del cuerpo y la sexualidad. Recuerdo especialmente el poema "Julio". ¿Cree que son temas poco tratados en la poesía hispanoamericana?

Son las mujeres las que más se han atrevido a expresar en sus versos la sexualidad, que los hombres apenas han sugerido. Basta pensar en la osadía de Delmira Agustini o Alfonsina Storni, hace ya casi un siglo, que escandalizaba y molestaba a tantos varones. Y en los últimos tiempos, con la incorporación masiva de las mujeres a la poesía, ha crecido también su capacidad y su valentía para tratar estos temas, tanto en América como en España. Hay que reconocerles a ellas esta primacía.

¿Cuales son sus próximos proyectos?

Sigo trabajando en los diversos campos de mi actividad, todos centrados en la poesía. En la edición, preparando el próximo curso y los libros que publicará Hiperión. En la traducción, dando los últimos toques a libros de Hölderlin, Heine y Rilke, casi listos ya para su publicación, y en pleno trabajo con un texto muy importante de Paul Valéry, "Corona & Coronilla", una amplia colección de poemas eróticos del gran vate francés descubiertos y publicados sesenta años después de su muerte, y cuyos derechos en lengua española hemos adquirido recientemente. Y en cuanto a mi propia obra, acaban de aparecer un par de títulos, "Por la gracia de Dios", en la editorial sevillana Point de Lunettes, y "Rojo fuego nocturno" en Hiperión. Y ya he corregido galeradas de "Va por ustedes", que aparecerá en las Ediciones La Palma. Son libros que se van escribiendo a lo largo de años y que acaban por tomar cuerpo y cerrarse, y a veces coinciden en el momento de su aparición por diversos factores.
En resumen, tengo la suerte de seguir escribiendo, traduciendo y publicando, y aunque el mes próximo cumpliré los 69, una cifra sólo alusivamente erótica, sigo en buena forma, y trabajando y disfrutando de la vida. Son ya varios los compañeros de generación que han desaparecido; poder estar como estoy y hacer lo que hago es un gran privilegio, y soy muy consciente de la suerte de disfrutarlo.

*Poeta, traductor y ensayista español nacido en San Sebastián en 1940.Reside en Madrid desde los 17 años. Suspendió sus estudios de arquitectura para licenciarse en Filología Germánica por la Universidad Complutense de Madrid, especializándose luego en la Universidad de Jena, en Weimar.Fue co-fundador y director de la editorial Ciencia Nueva desde su fundación hasta su cierre administrativo en 1969, co-director de la colección de poesía Saco Roto de la editorial Helios, director de publicaciones de la editorial Siglo XXI de España, y fundador y director actual de Ediciones Hiperión. Ha traducido al español, entre otros, a Hölderlin, Rilke, Celan, Aragon, Wilde, Shakespeare y Pessoa.De su obra poética se destacan, «Viajes y estancias» 1975, «Cuarentena» 1977, «Esos tus ojos» 1981, «Otros labios me sueñan» 1992, «Corazón independiente» 1998, «Peaje para el alba» 1972-2000, «Disparatario» 2001 y «Sólo amor»

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